porque un domingo te fundaste
como una detonación de belleza desbocada,
acelerada, estresada, vertiginosa
como mi conejo blanco del cuento.
No sé si quieres más a prisa,
o tu realidad es de tartán,
no sé si la última sala de tu verdad tiene músculos,
pero desde tu vagón supersónico
todo lo atraviesas, sin parar de sorber,
y perdida, dando vueltas, te recompones
y hasta a veces te incorporas como la mujer más sabia del mundo.
Yo soy la audiencia que ve a la trapecista
yo soy el ojo contenido que mira el despliegue
de todo ese trance que es tu vida latiente.
Nunca pagué esa entrada pero siempre me quedo y repito,
por alguna extraña razón de los adentros.
Nunca se olvidará tampoco ese giro horizontal,
y menos tpda la prórroga de ternura que se posa tras Él.
Mi volcán dormido espera como una piñata
a que se fundan los hielos del descubrimiento,
entre fósiles de libros y espejos del pasado,
como una versión fresca y cómica de uno.
Susurro a mi perro lo que me fascina de ella,
intento resolver ecuaciones del sexo veloz,
sigo sintiendo un electrón con su cara y su nombre,
confirmo, celebro, disfruto, esta atracción