lunes, 1 de febrero de 2016

31 de en. Febrero


Tu velocímetro ya es un enigma
porque un domingo te fundaste 
como una detonación de belleza desbocada,
acelerada, estresada, vertiginosa
como mi conejo blanco del cuento.

No sé si quieres más a prisa,
o tu realidad es de tartán,
no sé si la última sala de tu verdad tiene músculos,
pero desde tu vagón supersónico
todo lo atraviesas, sin parar de sorber,
y perdida, dando vueltas, te recompones
y hasta a veces te incorporas como la mujer más sabia del mundo.

Yo soy la audiencia que ve a la trapecista
yo soy el ojo contenido que mira el despliegue
de todo ese trance que es tu vida latiente.
Nunca pagué esa entrada pero siempre me quedo y repito,
por alguna extraña razón de los adentros.
Nunca se olvidará tampoco ese giro horizontal,
y menos tpda la prórroga de ternura que se posa tras Él.

Mi volcán dormido espera como una piñata
a que se fundan los hielos del descubrimiento, 
entre fósiles de libros y espejos del pasado, 
como una versión fresca y cómica de uno.

Susurro a mi perro lo que me fascina de ella,
intento resolver ecuaciones del sexo veloz,
sigo sintiendo un electrón con su cara y su nombre,
confirmo, celebro, disfruto, esta atracción

viernes, 29 de enero de 2016

Los requetemongers


- Yo a esta chica le voy a poner un piso



Que...


[To be continued]



Continuarà



Continuiamo dopo



jueves, 21 de enero de 2010

Motor con telarañas

No me llevo francamente bien con los personajes de mi/tu novela. Ninguno de ellos me parece una persona interesante a primeras y tendré que hacerles surgir talentos que ni ellos conocen o realidades compasivas o graciosas que el lector del metro agradezca y no condene al librito a la dictadura del polvo.
Aparte, tendré que hacer aparecer algún personaje que sí sea un poco triunfador, no de status, sino de conquistas a la vida. Después lo de siempre, también tendrán sus sombras y lados negros, pero se les perdona más a este tipo de personas.
Ya sabéis mi método, escribo lo que me apetece, lo que me da gusto, y una parte de mi cerebro ya se encarga de hacer los retoques inmediatos para que igualmente siga habiendo un departamento de calidad y coherencia en la factoría.
Mi modelo de novela es ninguno, porque nunca me han gustado y leído bien pocas, sólo David trueba se aparece en la cabeza para determinados temas como referente.
¿Acabaré algún día esta novela? ¿Será Nacho el verdadero nombre del centro narrativo hasta el momento? ¿Conseguiré eliminar a un protagonista principal sin matarlo ni vacacionarlo, simplemente por intrascendente, sabré hacer esa magia?
Bueno, esta nueva fuerza motriz en la novela sale de haber oteado a algún novelista de una forma más cercana, algo raro como un gazpacho de costillas. Ya me entenderéis ;)

viernes, 21 de noviembre de 2008

5

Nacho miraba la foto que le solía hacer de guía en los libros. Para él era como un carnet de identidad pues resumía en una imagen una larga historia.
Tras la resaca de la verbena de San Juan de hacía 3 años se horneó en su cabeza una ocurrencia adictiva. Hacía 10 meses que muy a su pesar la relación con Marta se había resquebrajado, tenía 1 semana hasta Julio de vacaciones, y no había absolutamente ningún plan qué hacer en esos días.
- Me caso. Voy a montar mi boda. El 28 de junio del 2005, sábado, de aquí 4 días me caso.
Esa fue la idea horneada, y una vez apareció en su cabeza no pudo despegarla de sus ganas. Le hervía dentro, crecía cada vez que era pensada, y comenzó a realizar pequeños preparativos mentales que se solidificaban como proyecto y pedían a gritos sus continuadores.
No tenía novia. Era una boda sin novia. Empezaría la casa por el tejado, la construiría toda hacia abajo, y la dejaría suspendida en el aire a falta del último ladrillo en la base. El día previo al enlace llamaría a Marta y se lo contaría todo. Marta tendría que contestar sí o contestar no.
Le fascinaba la idea. Fascinación. Se puso manos a la obra.

No había tiempo para invitaciones por correo. Se puso a llamar a los amigos más cercanos y les comunicó su plan. - Estás loco. Loco. Pero no te vamos a dejar en la estacada. Aún tenemos los trajes de la boda de mi prima.
Nacho sudaba y a la vez la imaginación le seguía hirviendo.
A sus padres, tíos y compañeros de empresa, les tuvo que decir que les invitaba a una celebración especial con motivo sorpresa, pero tenían que vestir solemnes porque la ocasión lo requería. Y cuando colgaba el teléfono sentía un poco de vértigo por la que estaba montando. Pero el brinco había sido demasiado fuerte para detener esas vacilaciones. A dos días de su apuesta macabra convocó al núcleo íntimo de Marta a una iglesia concreta informándoles del funeral de una muerte cercana, y sabía que por deferencia, catolicismo, y folklore, casi nadie de ellos faltaría.
Ya había armado el pitote. No cabía su reversibilidad, ni su reciclaje en nada. Sería la boda esperada con la mujer elegida, o un chasco somero y agonizante, un día surreal en el que sólo le podría salvar el discurso del siglo o unas lágrimas interminables compasivas y constantes.
Respira hondo. Aprieta los labios besando la nada cercana. Coge el móvil.
- Marta. Mira lo que he hecho...
Marta no se lo puede creer. Lo de la muerte de su tío es mentira, mañana no existe ningún funeral. Sigue sin creérselo.
Nacho no había caído en ello, su historia era increíble. Una boda al fin y al cabo es un montaje cultural más, uno sólo sabe que existe cuando acude a la iglesia y ve que todo está montado, se fía durante unos meses que ese anuncio va a acabar en una celebración concreta. Pero cuando la invitada es la novia como que falla ese fiarse de tal anuncio.
Nacho se desgañitaba y le iba la vida en hacerse creíble. Marta captó ese esfuerzo desmesurado y le dijo que le volvería a llamar. Empezó a llamar a los amigos de Nacho, amigos en común cuyas mujeres no le engañarían, y a alguna amiga suya confidente de Nacho que podía llegar a fallarle a ella. Pavor. Todos sabían lugar de la ceremonia y emplazamiento para el convite, la mayoría le reveló el plan urdido a última hora por Nacho y la convocatoria de hasta su familia al maquiavélico plan.
Ató cabos. Con tan poco espacio de tiempo sólo un religioso podía hacerle ese favor a Nacho. Su tío-abuelo Leandro. Buscó el teléfono de esa angelical persona, y procedió a verificar de una vez por todas la realidad de lo contado.
Sí. No había lugar a dudas. Marta había sido invitada a su boda en menos de 12 horas.

El pasajero de la butaca contigua a la de Nacho no paraba de mirar la foto con insistencia.
- La hija de Félix Vallejo no?
- Perdón? Marta? La conoce?
- He leído a su padre, le sigo. Soy profesor de filología hispánica, Mario Moliner, hago leer a mis alumnos las obras de Félix Vallejo. Un viejo imperdonable verdad?
Nacho miró por primera vez con detenimiento la cara de ese anciano. Tenía un lacio y abundante pelo blanco azulado, unos ojos saltones, y una piel de la cara que parecía de plástico, un viejo saludable y enérgico que hablaba con una entonación de chef cuando alaba sus platos, una voz de gastrónomo,
- Nacho Burato, ex yerno de Félix Vallejo, Un suegro indeseado
- Caramba! Qué coincidencia! Oí lo de la boda relámpago en una revistilla de esas, qué situación no? Marta es preciosa, realmente preciosa.
- Disculpe. - Nacho retira la foto, se levanta de la butaca y se dirije al servicio del avión. Tiene que evacuar algún que otro lirismo.

4

Marta cambió en un mes 3 de sus cinco números favoritos en la factura de su teléfono móvil. Empezó rescatando a su amiga de la infancia Malena, de una vida condenada a la soledad, y así tener a alguien junto a ti en el cine de los domingos, y que tu móvil suene no sólo por el despertador y la llamada de los padres. Marta había dejado a Malena más veces que a cualquier novio. La había abandonado sin darle explicaciones una y otra vez desde los 14 años. Le había dejado tiempo suficiente a solas para que ella pintase y pintase, cuadernos, cuadros, servilletas y paredes. Malena era una tímida diseñadora gráfica reconocida, apodada gorfea (de gorda y fea) perpetuamente por los compañeros de colegio que ahora reencontraba en el Facebook. Y no tenía rencor a Marta ahora tras el enésimo abandono, porque Malena no había aprendido a resentirse con la gente, ella simplemente se había amargado y reducido la vida a las dimensiones de su cuerpo y la fachada de su rostro, una manera calculada de no complicarse la vida, una forma aprendida de valorar el sabor amargo, y una larga travesía en el desierto asumida.

A Malena le encantaban las luces de neón, los rótulos de llegada a los sitios, las últimas cucharadas de los helados. Disfrutaba con los finales de las cosas y su email pregonaba theend@designia.com. Era una niña herida con una venda de 30 años, que le tapaba las magulladuras y los ojos. Creía fervorosamente en un Dios, un dios esculpido y aderezado con las trazas de su amiga Marta, aquella persona que veneraba y envidiaba sanamente a gajos iguales. Las intersecciones y muescas de las vidas paralelas desde la infancia, acaban siendo tan íntimas y profundas, que pueden hacer teóloga a una persona de la otra, sin saberlo ninguna de las dos.
Malena quería ser como Marta, y no se atrevía, o no la dejaban, o no debía. Marta quería ser como Marta, pese a no saber quién era. Malena vivía confiada en que estaba en una travesía hacia algo, que su camino desembocaba en otra vida, y sólo la excelencia en su trabajo bastaba de pilar último para seguir aguantando esa fe, aunque a los 30 años empezaba a experimentar temblores cada vez más perceptibles.

El otro número telefónico de rescate era el de Sofía Madel, amiga de la facultad, antónimo de Malena y entonces alejada de Marta también por un novio. Sofía era aquella típica amiga que se hace en la cola de la primera asignatura a matricular en el primer día que se acude a la facultad. Nunca casarse fue menos complicado. Y nunca la afinidad estuvo tanto en entredicho. Son estas uniones parecidas al troquelaje de los patos siguiendo a la mamá. En un mundo nuevo y desconocido en la universidad, se acepta y apoya el compañero de viaje que está más a mano, y se crea una sólida fidelidad, conformista pero suficiente. A nadie le dirás "es mi amiga de la cola de la matrícula de la facultad", si no, Sofía, mi mejor amiga de Relaciones Laborales.
Ya, el roce hace hasta el cariño. Marta y Sofía se odiaban, eran expertas en el esgrima de la ostentación, en el yo más pero te lo digo sutil porque soy educada. Y falso, ellas en la cola de la facultad se hablaron porque eran claramente las más fashion de todo ese pasillo larguísimo, porque en esa pasarela estaban a la misma altura y la cuestión era aliarse o derrocarse en el primer combate. Como ambas eran pésimas reinas de nada, intentaron ser marquesas de la facultad de Relaciones Laborales ex aequo.
El tercer número de teléfono era el de un hombre mayor...

3

Lo que Nacho iba a confesar a Marta esa mañana entre bambalinas íntimas, era su determinación a cambiarse el sexo o irse a vivir a un país con guerra o decirle si quería volver con él. Nacho era un artefacto a punto de explotar en cualquier cocina de un barrio cualquiera. Pero las probabilidades de hacerlo en la de Marta eran claramente superiores. Al entrar en la cocina, Marta ponía la cafetera en el fuego de espaldas a él.

Se dirigió hacia Marta como quien aborda un barco lleno de billetes con sueños. Marta lo esquivó en un impulso intelectual que simplemente los volvió a encarar, esta vez girados. Habían bailado, como un puño violento arrepentido que se desvanece y baila por accidente un instante en el aire.Tensión y palabras en el pecho... milésimas de silencio expandiéndose... y un escaneo urgente de la mirada del otro... - Fein.
Nacho sabe que ha dicho fein, y esa palabra se mete en un cajón de su mente y se cierra a la misma velocidad que incrementa el escaneo a la mirada de ella. Fein es nerviosismo, vacilación, error, desbarajuste, pérdida en la ciudad.
Sabe entonces que es una cuestión de tono, que da igual lo que finalmente le vaya a decir, lo que planificara en un mes en relación a Marta, las decenas de libros que leyera sobre psicología femenina o filosofía de la ciencia; era una pura cuestión de tono dominar ese momento, ser amo de la situación. Era una solución de brusquedad que había aparecido fortuita y que no iba a permitirse desaprovechar.

Se abalanzó sobre ella e iba a besarla objetivamente la boca, en un entregado beso con lengua introductor. Como mandan los guiones mentales que seguimos todos en el sexo, apuntadores de una estructura suficiente, en esa conducta ocasional tan diferente de forma, al resto de las conductas humanas que es el sexo.Pero no, no podía arriesgarse con gramos de convencionalidad, tenía que mantener el tono silvestre, salvaje, nuevo entre lo usado. Había surgido una chispa de novedad entre la nada y era cuestión de usarla, disfrutarla, consumirla.
Antes de tocarle los labios tenían que tocarse las lenguas, y lamerse, sólo un exceso de lascivia era acorde con el momento. Eso, y una brutalidad de cariño siguiente, una sucesión de baños en frío y calor, una montaña rusa sexo-emocional.Porque ella había dicho fein, Nacho quería eternizar el lapsus, y que nunca encontrara la calle que siempre le alejaba de su morada, quería a Marta perdida toda la vida, porque cuando se perdía era suya. Y no se iba.

No paraba de mirarla con los ojos más compasivos de los humanos. Sólo chillaba que la necesitaba con los ojos. Con su cuerpo era un ingenio sexual y el mejor provocador con sus palabras. Ella no tenía otro remedio que dejarse llevar y aprovechar la ocasión. Él vio la luz en el túnel, estaba poseído e inspirado, rozaba la excelencia, y la poseía literalmente a ella. En una coreografía carnal sobresaliente, los cuerpos cuadraban, los lametazos inflamaban, el sexo parecía llegar a lo perfecto y cuando se daban cuenta se miraban a los ojos con un cariño posesivo que fundía lo carnal, olvidaba lo lascivo unos segundos, en una bondad anti-excesos para volver a emerger irrefrenablamente, en un limbo cíclico de sexo perfecto y algo que parecía chorrear y chorrear amor.

Nacho esa tarde acabó cogiendo un avión a un país con niveles de pobreza suficientes para ir a juego con la tragedia, compró unos libros en el aeropuerto, y llamó a sus padres para decirles que estaría fuera indefinidamente.
Se envío un sms a su móvil del trabajo que contaba: "Dejarse llevar no es algo malo ni idiota con desconocidos. Hacerlo con muy conocidos es una estupidez supina muy lamentable. Empieza a desconfíar de tus padres a partir de ahora".

2

Nacho en esa trascendental mañana sí había desayunado.Erráticamente acabó comprando 2 medias lunas en la panadería Elmo del barrio de Marta. Su anciana propietaria por fin había encontrado sustituta. Fue la empleada anterior la que había proporcionado a Nacho un minuto de gloria en prime time televisivo. Un cliente que debutaba como tal en ese comercio fue asesinado por la susodicha de forma absurda, sin mediar palabra ni historia previa, envenenándole un cortado largo sin sacarina. Cuando Nacho una semana antes fue requerido a pie de calle por un reportero de Telesol micrófono en mano, dejó confundidos a 3 millones de espectadores que buscaban obtener fe de la normalidad terrenal clásica, de todo vecino asesino:

- No, no era una persona ni un poco normal (él se imaginaba el rótulo "vecino de la víctima" bien grande debajo del plano, y los vecinos agolpados le miraban con la boca abierta), estaba ida, loca saben? y le diré porqué. Sin ir más lejos. Hace un mes quise comprar unas croquetas, y no paraba de decirme cosas en bajo, como poseída levemente, hasta que me hizo preguntarle qué decía. Con el lenguaje de labios supe descifrar un enfático "no-los-cojas-son-de-ayer, no-los-cojas-son-de-ayer". Clarísimo. Sabía hablar... no era muda... sí era madura... las croquetas parecían perfectas... su jefa ese día no podía oírle porque no vino a trabajar... Enseguida pensé que un homicidio era factible o el teatro había perdido una gran musa.

Los vecinos le miraban como a una persona hueca, sin dejar de sonreír a sus primos del pueblo por la cámara, y alguno asentía, porque en la tele sabían que siempre se debía asentir y aplaudir, como si sólo los notables saliesen por ahí, como si fuese un lugar de lo digno, un vestigial respeto por lo inventado.
Finalmente, el reportero soltó un "ya" que daba la razón a Nacho tanto como la quitaba a un loco, y miró al cámara resignado antes de indicarle la hora del bocata.

En su currículum reporteril Nacho también contaba con unas declaraciones francas a más no poder tras salvar alguna vida en el accidente del autocar de Transvía de hace 5 años: - Bueno, empecé a sacar cuerpos atrapados y a hacer reanimaciones cardíacas. Es que no tenía nada mejor que hacer en ese momento saben.
Punto. Nacho era así. Franco, frío y mecánico en sus análisis, con el alma de una tostadora o una miniprimer; pero con un temperamento que era la mermelada viva que rellenaba esa apariencia metálica.

- Marta, no puedo pasar una hoja del puto periódico ese sin que el olor rancio de cada página me diga cada jodida vez, que me he equivocado cada mañana que iba al trabajo ostia
(Marta sabía lo que decía)...